martes, diciembre 06, 2005

PENETRANDO LA SANTIDAD (5)

LOS OBSTACULOS DE NUESTRA SANTIFICACIÓN Jueces 17:1 al 13 6 En aquellos días no había rey en Israel; cada uno hacía lo que bien le parecía. 7 Y había un joven de Belén de Judá, de la tribu de Judá, el cual era levita, y forastero allí. 8 Este hombre partió de la ciudad de Belén de Judá para ir a vivir donde pudiera encontrar lugar; y llegando en su camino al monte de Efraín, vino a casa de Micaía. 9 Y Micaía le dijo: ¿De dónde vienes? Y el levita le respondió: Soy de Belén de Judá, y voy a vivir donde pueda encontrar lugar. 10 Entonces Micaía le dijo: Quédate en mi casa, y serás para mí padre y sacerdote; y yo te daré diez siclos de plata por año, vestidos y comida. Y el levita se quedó. 11 Agradó, pues, al levita morar con aquel hombre, y fue para él como uno de sus hijos. 12 Y Micaía consagró al levita, y aquel joven le servía de sacerdote, y permaneció en casa de Micaía. 13 Y Micaía dijo: Ahora sé que Jehová me prosperará, porque tengo un levita por sacerdote. El Señor nos ha estado hablando fuertemente en relación a nuestra santificación. Es necesario que tomemos carta del asunto. No basta con solo escuchar la voz de Dios, es necesario acatarla, obedecerla, ponerla en práctica. Por mucho tiempo hemos estado pidiendo a Dios una Palabra para nuestra congregación. La Palabra ha llegado, pero no es el fin, es el principio. Es necesario que pongamos en práctica lo que el Señor quiere. Hoy veremos el último obstáculo sacado de la historia de Micaía, quien fue un claro ejemplo de querer hacer cosas, pero que no agradan a Dios, por no haber una dedicación de adoración a Dios. La triste y degradante historia de Micaía, es un claro ejemplo a No seguir. Dios nunca permitirá que SU alabanza, que SU adoración, sea manipulada para fines personales. 1. El cuarto obstáculo: El Rencor a. Por lo que hemos tenido que padecer. a1. Si estamos en sus manos, estamos en sus planes. a2. Nunca hemos estado solos. a3. Era necesario para nuestro crecimiento. b. Hacia personas de nuestro pasado y nuestro presente. b1. No debieron haberlo hecho. b2. Pero fueron parte del proceso. b3. Nuestra lucha no es contra carne y sangre. c. Nuestra actual actitud frente al rencor c1. La queremos maquillar (Es pena, es nostalgia) c2. Pero hacemos solo lo que nos conviene (“¿Qué gano yo?”) (“No vuelvo a pasar humillaciones”) c3. Manipulamos la Palabra escrita, las Promesas y las Bendiciones, por eso Dios se aleja. Si no nos arrepentimos de nuestro mal proceder, no sacamos nada con pedir perdón por lo malo que hicimos, pues lo volveremos a hacer. Debemos arrepentirnos y mostrar arrepentimiento. Si la Palabra nos enseña a confesar con nuestra boca nuestra salvación, nuestro perdón y nuestra nueva vida, de la misma manera debemos confesar nuestro arrepentimiento. Que el enemigo sepa que “conocemos sus maquinaciones”. La muerte de Cristo llevó nuestro pecado y llevó nuestras enfermedades, y su resurrección nos indica una nueva vida, limpia, sin mancha, y más que vencedora. Si ya estás hastiado de aprovecharte de las bendiciones de otros y quieres las tuyas personalmente, si quieres hoy comenzar una nueva etapa en tu vida, sin rencores, si quieres llenar de una vez por todas ese vacío en tu alma, que todos tus esfuerzos no han podido lograr… ven y ponte a cuentas con el Señor, Él te está esperando. Da un paso de fe y ven ante Su Presencia, solo así comenzarás a perdonar. Su Santidad ha sido vista y tu y yo podemos entrar en ella, solo deja que Él lo haga como Él lo tiene estipulado en el Libro de tu Vida. Con amor, Templo Corbán.