lunes, noviembre 14, 2005

PENETRANDO LA SANTIDAD (2)

LOS OBSTÁCULOS DE NUESTRA SANTIFICACIÓN Jueces 17:1 al 6 La semana pasada vimos la permisividad como el primer obstáculo que Dios nos revela que impide nuestra santificación. Si hemos determinado en nuestro corazón el ser santos no basta con nuestra buena disposición sino con hechos. La permisividad es un tremendo peso que debemos dejar de lado en nuestro caminar. Pero también se que cada día el enemigo inventa nuevas situaciones para persuadirnos a no acercarnos a Dios. Por lo cual nuestra oración diaria es prioritaria, de lo contrario tendremos serios problemas. Si llegan a caer, deben pararse. No pueden quedarse en el suelo. No sean permisivos con ustedes mismos. La permisividad nos puede matar. Hoy veremos otro obstáculo… que también nos puede matar… 1. El segundo obstáculo: La Inconsecuencia a. La Oración modelo de Jesús a1. Padre Nuestro que estás en los cielos a2. Santificado sea tu Nombre a3. Venga tu Reino a4. Hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo. b. No pensamos lo que decimos b1. Repetimos vanas palabras b2. Nuestra oración no es escuchada en los cielos b3. Dios busca corazones contritos y humillados c. Debemos enmendar nuestro rumbo c1. Josué cumplió en obediencia al Señor c2. Josué encaró al pueblo a decidirse por el Señor c3. Josué fue consecuente: “Yo y mi casa serviremos a Jehová”. “…cada uno hacía lo que bien le parecía…” es una frase inconsecuente. No podemos orar sabiendo que Dios no nos va a escuchar. No podemos apelar a la gran misericordia de Dios, solo porque nosotros no hacemos nada. No podemos interceder por aquellos a los cuales antes no amonestamos. No podemos orar por nosotros si somos inconsecuentes con nuestra manera de ser. Si no nos comportamos como hijos de Dios. Asi nunca penetraremos su santidad. Debemos arrepentirnos de no amar a Dios primero. El amar a Dios no es una opción, es un mandato. Es el primer mandamiento. Debemos pedirle perdón por haberle relegado a un segundo plano. Debemos ser honestos y sinceros con nosotros mismos y reconocer nuestro error. Hemos sido permisivos con nosotros mismos, con nuestra familia, con nuestros amigos, con nuestro entorno de vida. Hemos priorizado mal nuestro amor. Comprométete a amar primeramente a Dios. Comprométete a cumplir. No lo digas solo de labios, deja que tu corazón hable por ti. Sé consecuente con tu hablar, con lo que cantas, con lo que crees, con lo que predicas. Con amor, Templo Corbán

1 Comments:

Blogger Vencedor said...

Dios es muy claro. Debemos echar a un lado estos obstáculos y eliminarlos.
Amén!

16 noviembre, 2005 13:58  

Publicar un comentario

<< Home