lunes, noviembre 21, 2005

PENETRANDO LA SANTIDAD (3)

LOS OBSTÁCULOS DE NUESTRA SANTIFICACIÓN Jueces 17:5 y 6 5 Y este hombre Micaía tuvo casa de dioses, e hizo efod y terafines, y consagró a uno de sus hijos para que fuera su sacerdote. 6 En aquellos días no había rey en Israel; cada uno hacía lo que bien le parecía. Dios cuando habla con nosotros en privado es explícito. No se anda con rodeos. Dios tiene mucho interés en acercarse a nosotros y lo intentará una y otra vez. Desde que Adán pecó en el jardín del Edén, Dios lo sabía y sin embargo le buscó, lo llamó por su nombre. Lamentablemente Adán cambió su compromiso adquirido con Dios por la opción que la serpiente les dio. Dios nos hizo con libre albedrío. Podemos decidir qué hacer y qué no hacer. Tenemos el poder de decidir. Para bien o para mal. Pero sabiendo lo que es bueno no lo hacemos. O pudiendo hacer otra cosa, no la hacemos. Teniendo diferentes opciones debemos decidir por una: la adecuada. La que no rompa mi relación con Dios o la que ignore a Dios. Basándonos en Micaía, hoy hablaremos de otro nefasto obstáculo para penetrar su santidad… 1. El tercer obstáculo: Las Prioridades a. Micaía y sus propias necesidades espirituales a1. Solo buscar el sentirse bien a2. Tenía su propia iglesia (a la medida de su familia) a3. Invertían tiempo y dinero en “su obra” b. Micaía y sus necesidades económicas b1. Su familia ve en él su sustento b2. Su esfuerzo para mejorar b3. Esperaban ser bendecidos c. Nuestras prioridades hoy día: c1. Familia, Trabajo y Bienestar Social c2. Hemos relegado a Dios a un segundo plano. c3. Como consecuencia, Dios se ha alejado de nosotros. “cada uno hacía lo que bien le parecía…” La permisividad y la inconsecuencia han dado paso a nuevas prioridades, dejando de lado lo primero que Dios nos pide. El primer y gran mandamiento dice: “Amarás al Señor tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas”. Si nuestro corazón lo hemos empeñado en otros amores, y peor aún, si alguno lo tiene destrozado… Dios puede darnos un nuevo corazón. Si nuestra mente está muy ocupada en tantos quehaceres… Dios quiere que tengamos la mente de Cristo. Si ya no nos quedan fuerzas… Dios “multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas”. No todo está perdido, es hora de replantearnos nuestras prioridades y que Dios vuelva a ocupar lo que le pertenece en nuestra vida: El Primer lugar. Una canción dice: “Mi primer amor, eres tu Señor, mi alma anhela alabarte…” El amar a Dios no es opcional, es un mandato. No podemos amar más a nuestra familia, a nuestros amigos, o a nuestros trabajos, mas que a Dios. Es como ponerlos en el mismo nivel. No digo que no debemos amarlos, digo que primero debemos amar a Dios. Si amamos a Dios, el amor de Dios nos cubrirá, y amaremos mucho mas, incluso amaremos hasta a nuestro enemigos. Entonces no se trata una cuestión de que o a quien amar, sino de a quien amar primero. Dios es nuestra primera prioridad. Comprométete hoy a amar primeramente a Dios. Y no lo digas solo de labios, deja que tu corazón hable por ti. Con amor, Templo Corbán